La formación de los pastores a la luz de las palabras del papa Francisco

Fragmento del discurso a los rectores de seminarios de España (4/9/2014) de Mons. Jorge Carlos Patrón Wong, Secretario de Seminarios de la Congregación para el CleroPAPA II

Todos recordamos la expresión: “No formar pequeños monstruos”. Fue dicha en la primera reunión del Papa con la unión de superiores mayores de los religiosos, pero se refiere específicamente a la formación sacerdotal, de modo que se puede aplicar a nuestros seminarios. Cuando en la formación existen los desequilibrios, en vez de formar pastores formamos monstruos; fenómenos extraños, que son sentidos por la comunidad cristiana como algo ajeno, personas que en vez de edificar la comunidad, la destruyen…podemos hacer un breve elenco de los diversos modelos (de dichos monstruos):

* El espiritualoide. La palabra significa falsamente espiritual. El espiritualismo se nota en la rigidez con que se vive la experiencia espiritual y se refleja, tarde o temprano, en una falta profunda de compromiso social y eclesial. Sacerdotes que dan la impresión de haberse confeccionado a partir de recortes de diversas ideologías. Este tipo de sacerdote carece de frescura y originalidad…Pareciera un ministerio sacerdotal que nace ya envejecido. Tienden a ser moralizantes, rígidos, impositivos, tradicionalistas. Con frecuencia este tipo de sacerdotes se afilian alguna espiritualidad o a alguna ideología porque desconocen la espiritualidad diocesana y la propia del ministerio ordenado. Es llamativo que personas aparentemente tan espirituales sean al mismo tiempo tan mundanas, tan chismosas y tan distantes de las necesidades reales del Pueblo de Dios. Muchos de los escándalos sacerdotales proceden de este tipo de espiritualismo.

* El irrelevante. Se trata de la figura sacerdotal opuesta a la anterior: un sacerdote carente de vida espiritual. Se devalúa o se pierde el sentido de la oración, de la lectura espiritual, de los ejercicios espirituales, de las prácticas espirituales y de la vida sacramental, porque pierden importancia. Y surgen en el horizonte existencial del sacerdote otros intereses, que poco o nada tienen que ver con el evangelio. Es interesante observar que en este modelo de ministerio surge como una sombra la falta de identidad y de especificidad. Se llega a extremos como evitar presentarse como sacerdotes delante de los demás, como si fuese un laico… Cuando un seminarista se forma desde esta perspectiva existencial, deja de estar en el centro el encuentro con Dios para poner otra cosa, algo muy humano, muy comprensible, pero que no define el ministerio sacerdotal. Es llamativo que se subrayan los gustos de las personas y se comienza a utilizar el lenguaje de la realización personal. Realmente se elimina la dimensión transcendente. El producto es un sacerdote funcionario con poca identidad sacerdotal.

Transc. Juan J. Valero

 

 

 

 

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