Con María esperamos la resurrección…

Misterio del primer dolor de María:
María acoge con fe la profecía de Simeón

Del evangelio según san Lucas (2, 34-35)
Simeón dijo a María, madre de Jesús:
– «Mira, éste está puesto para que todos en Israel caigan o se levanten; será como una bandera discutida, mientras que a ti una espada te traspasará el alma.»

Espada que sigue atravesando el corazón de tantas madres y de quienes son como ellas: espada de la enfermedad, espada del fango del pecado y la droga, espada de una muerte temprana, espada del desamor…
Todas estas madres, todos estos corazones los ponemos en tu presencia, Madre Dolorosa. Dales a todos,
luz y fuerza.

Padre nuestro… (x10) Dios te salve, María… Gloria al Padre…
Ruega por nosotros Santa madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén

Misterio del segundo dolor de María:
María huye a Egipto con Jesús y José

Del evangelio según san Mateo (2, 13-14)
El ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:
– «Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta nuevo aviso, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.»
José se levantó, cogió al niño y a su madre de noche, y se fue a Egipto.

Y esta historia continúa hoy… Por falta de trabajo, por persecución religiosa o política, por la violencia que se ha instalado en algunos rincones del mundo… Familias separadas, alejadas… Campos de refugiados… Dolor…
Todas estas familias y personas, todos estos corazones los ponemos en tu presencia, Madre Dolorosa. Dales a todos, fuerza y esperanza.

Padre… (x10) Dios… Gloria… Ruega por nosotros Santa madre de Dios…

Misterio del tercer dolor de María:
María busca a Jesús, perdido en Jerusalén

Del evangelio según san Lucas (2, 43-45)
Cuando las fiestas terminaron, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que lo supieran sus padres. Éstos, creyendo que iba en la caravana, al terminar la primera jornada, se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; y como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén en su busca.

Angustia de padres y madres, de familias enteras cuyos hijos e hijas desaparecieron un día y no volvieron a aparecer. La duda de su paradero y la impotencia, -como un cáncer-, corroe los pensamientos de sus seres queridos. ¿Dónde estarán? ¿Cuáles serán sus sufrimientos? Algunos casos han saltado a los medios de comunicación, otros no. Pero todos son igualmente dolorosos.
A todos estos desaparecidos y a sus familias los ponemos en tu presencia, Madre Dolorosa. Tú sabes lo que necesitan… ¡dáselo!

Padre… (x10) Dios… Gloria… Ruega por nosotros Santa madre de Dios…

Misterio del cuarto dolor de María:
María encuentra a Jesús en el camino del Calvario

Del evangelio según san Lucas (23, 26-27)
Mientras lo conducían, echaron mano de un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevase detrás de Jesús. Lo seguía un gran gentío del pueblo y muchas mujeres que se golpeaban el pecho y gritaban lamentándose por él.

¡Cuánto vale la mirada, el abrazo, la sonrisa de una madre! Su presencia en la casa hace de ésta puerto seguro en las borrascas de la vida… Pero, a veces, tardamos en aprenderlo… A veces, sólo nos damos cuenta cuando nos faltan… como en estos tiempos de pandemia en los que, hasta una caricia, puede ser peligrosa.
A las madres y padres, a las abuelas y abuelos, a todos, en general, que no han podido ser acompañados en el momento de su enfermedad y último adios, los ponemos en tus manos de Madre, de Madre Dolorosa.

Padre… (x10) Dios… Gloria… Ruega por nosotros Santa madre de Dios…

Misterio del quinto dolor de María:
María junto a la cruz del Hijo

Del evangelio según san Juan (19, 25-27)
Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a su madre y a su lado al discípulo que tanto quería, dijo Jesús:
– «Mujer, ahí tienes a tu hijo.»
Luego dijo al discípulo:
– «Ahí tienes a tu madre.»
Y desde entonces, el discípulo la recibió en su casa.

Santuarios y ermitas salpican nuestra geografía española. La casa de la Madre es lugar de oración y encuentro con ella, especialmente en los momentos difíciles e importantes de la vida. Una boda, un proyecto, una intervención médica, la enfermedad de un familiar… Y María siempre nos acoge. Pero nosotros, en el día a día de nuestra vida, ¿la acogemos y la imitamos como fiel discípula de Cristo, su Hijo?
Madre Dolorosa, acrecienta nuestra débil fe y nuestro compromiso de creyentes.

Padre… (x10) Dios… Gloria… Ruega por nosotros Santa madre de Dios…

Misterio del sexto dolor de María:
María acoge en su regazo a Jesús bajado de la cruz.

Del evangelio según san Juan (19, 38)
Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque lo mantenía en secreto por miedo a los judíos, solicitó de Pilato el permiso para llevarse el cuerpo de Jesús. Pilato se lo concedió. Entonces él fue y tomó el cuerpo de Jesús.

José de Arimatea recuperó el cadáver de Jesús y María pudo abrazar a su Hijo. Y en este abrazo acercó a su corazón los corazones de tantas madres y padres a los que no les queda ni siquiera este consuelo.
Madre Dolorosa sigue abrazando, sigue consolando, a quienes más lo necesiten. Y si nosotros podemos hacer algo, como José de Arimatea, danos luz y fuerza para hacerlo.

Padre… (x10) Dios… Gloria… Ruega por nosotros Santa madre de Dios…

Misterio del séptimo dolor de María:
María coloca en sepulcro el cuerpo de Jesús,
en espera de la resurrección

Del evangelio según san Juan (19, 40-42)
En el sitio donde lo crucificaron había un huerto, y en el huerto un sepulcro donde todavía no habían enterrado a nadie.
Como para los judíos era día de preparativos y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

El sepulcro, como tu vientre, Madre Dolorosa, es la tierra virgen de la que brotará la Nueva Creación: Cristo Resucitado, vencedor del pecado y de la muerte.
Madre Dolorosa, concédenos ser portadores de esperanza y testigos de la vida nueva realizada en nosotros por Cristo resucitado a través de la cruz de estos tiempos difíciles que nos toca vivir.

Padre… (x10) Dios… Gloria… Ruega por nosotros Santa madre de Dios…

LETANÍAS DE LOS DOLORES DE MARÍA SANTÍSIMA
Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial, … ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo,…
Dios, Espíritu Santo,…
Santa Trinidad y un solo Dios,…
Santa María, … ruega por nosotros.
Santa María, …
Santa Madre de Dios, …
Santa Virgen de las Vírgenes, …
Madre crucificada, …
Madre dolorosa, …
Madre lacrimosa, …
Madre afligida, …
Madre abandonada, …
Madre desolada, …
Madre privada de Hijo, …
Madre traspasada por la espada, …
Madre abrumada de dolores, …
Madre llena de angustias, …
Madre clavada a la cruz en su corazón, …
Madre tristísima, …
Fuente de lágrimas, …
Cúmulo de sufrimientos, …
Espejo de paciencia, …
Roca de constancia, …
Ancora del que confía, …
Refugio de los abandonados, …
Escudo de los oprimidos, …
Derrota de los incrédulos, …
Consuelo de los míseros, …
Medicina de los enfermos, …
Fortaleza de los débiles, …
Puerto de los náufragos, …
Apaciguadora de las tormentas, …
Auxiliadora de los necesitados, …
Educadora de los que incitan al mal, …
Tesoro de los fieles, …
Inspiración de los profetas, …
Apoyo de los apóstoles, …
Corona de los mártires, …
Luz de los confesores, …
Flor de las vírgenes, …
Consuelo de todos los que sufren, …
Alegría de todos los Santos, …
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, … perdónanos Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, … escúchanos Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, … ten piedad de nosotros.
Oración
Mira benévolo, Señor, a estos hijos tuyos, peregrinos en el tiempo, y haz que, caminando con la bienaventurada Virgen María por el camino de la cruz, lleguen al pleno conocimiento de Cristo, en quien se cumple toda esperanza. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén