PUEBLO DE MÁRTIRES

MARTIRESDesde el primer instante de su fundación la Iglesia, el Pueblo de Dios, ha sido horneada a fuego de martirio. La suya es una historia de martirio hasta esta mañana ocurrido en cualquier rincón de la tierra y en la certeza del próximo, tal vez esta misma tarde. Pero todos están entrelazados brotando de una misma fuente: el martirio de su fundador, Jesucristo, el Señor, muerto en la cruz.

El gesto martirial de cada uno de ellos, ¡cuántas explicaciones nos dan!. Traspasan nuestro pesimismo y reafirman que la Iglesia sigue siendo fuerte, con la fuerza misteriosa de los débiles. Graban en nuestra retina que, efectivamente, la fe mueve montañas. Nos ayudan a entender por qué el amor es más fuerte que la muerte y, sobre todo, que lo débil de Dios es más fuerte que lo poderoso de este mundo.

Hago estas afirmaciones mirando a los mártires de los primeros siglos en Jerusalén, en Roma, muy posteriormente en Japón, o ahora mirando la gran multitud en lo que ha supuesto el siglo de los mártires, el siglo XX, hasta llegar a los días actuales en los que los medios de comunicación, aún entre cierto silencio social, nos siguen señalando la suerte de tantos perseguidos y martirizados por causa de su fe en distintos países.

LIBRO MONJES

Este año la Iglesia de Santander no puede por menos de hacer memoria de uno de estos episodios, acontecido en su propia tierra, en la contienda  civil española de 1936. Son los mártires pertenecientes a la Abadía montañesa de Santa María de Viaceli, en Cóbreces. Se trata de 19 monjes trapenses muy normales de su tiempo, jóvenes en su mayoría, que, sencillamente, tuvieron la capacidad de entregar la vida por salvaguardar los valores en los que creían. Su testimonio hoy es inconfundible: la fidelidad, fruto del amor, traspasa la muerte. Una fidelidad que será reconocida y beatificada por la Iglesia como modelo el 3 de octubre de este año. Celebraremos que viven.